Para los que no son dominicanos, “Chuchazo” es una palabra utilizada popularmente por los dominicanos para referirse a un golpe bien fuerte. Dicho esto les voy a relatar la experiencia del mayor “chuchazo” que haya recibido en esta vida.
Una tarde iba con mi novia de camino a la casa de ella. Caminábamos por la acera cuando nos topamos con un montón de arena que cubría nuestro camino y gran parte de la calle. Bajamos a la calle para bordear el obstáculo. En esos momentos un carro se acercaba por detrás de nosotros. Instintivamente dirigí a mi novia al lado más cercano a la arena mientras yo continuaba por el extremo más expuesto a la calle. Cuando el carro pasaba justo al lado de nosotros sentí un “chuchazo” en la espalda que me dejó seco, sin habla. Cuando miré desorbitado pude ver a uno de los ocupantes del carro con medio cuerpo fuera de la ventanilla y en sus manos tenía un alambre de “lu” bien grueso doblado en dos. Eran cuatro jovencitos hijos de la gran puta. Iban muertos de risa al mismo tiempo que aceleraban a toda velocidad. Nunca los había visto en mi vida ni mi novia tampoco. Mi primera reacción después de mirarlos fue la de buscar en mi alrededor a ver si por lo menos me encontraba una piedra para lanzársela. No había nada. En ese momento no se que me dolía más si la rabia y la impotencia que sentía o el “chuchazo” que me habían propinado en la espalda. Apoyé mis manos en las rodillas para no caerme, a la vez que caían dos grandes lágrimas en calle. Mi novia me tomó del brazo y me ayudó a incorporarme. Cuando llegamos a su casa me quité la camisa. El ardor y el dolor eran insoportables y permanecieron por varios días de tal forma que no podía ni siquiera recostar la espalda cuando me sentaba.
No se si estaban borrachos o drogados. La verdad es que no sé cual fue el móvil de ellos para propinarme ese “chuchazo” sin motivo alguno. De ese episodio han pasado ya algunos años, pero aún recuerdo cada segundo de ese desagradable momento y recuerdo también el rostro de ese desgraciado burlándose de mí. Muchas veces he pensando en lo haría si me lo llego a topar frente. Al final me quedo con la pregunta que siempre me he hecho: ¿Por qué “carajo” me pasan esas “bainas” a mí?
Una tarde iba con mi novia de camino a la casa de ella. Caminábamos por la acera cuando nos topamos con un montón de arena que cubría nuestro camino y gran parte de la calle. Bajamos a la calle para bordear el obstáculo. En esos momentos un carro se acercaba por detrás de nosotros. Instintivamente dirigí a mi novia al lado más cercano a la arena mientras yo continuaba por el extremo más expuesto a la calle. Cuando el carro pasaba justo al lado de nosotros sentí un “chuchazo” en la espalda que me dejó seco, sin habla. Cuando miré desorbitado pude ver a uno de los ocupantes del carro con medio cuerpo fuera de la ventanilla y en sus manos tenía un alambre de “lu” bien grueso doblado en dos. Eran cuatro jovencitos hijos de la gran puta. Iban muertos de risa al mismo tiempo que aceleraban a toda velocidad. Nunca los había visto en mi vida ni mi novia tampoco. Mi primera reacción después de mirarlos fue la de buscar en mi alrededor a ver si por lo menos me encontraba una piedra para lanzársela. No había nada. En ese momento no se que me dolía más si la rabia y la impotencia que sentía o el “chuchazo” que me habían propinado en la espalda. Apoyé mis manos en las rodillas para no caerme, a la vez que caían dos grandes lágrimas en calle. Mi novia me tomó del brazo y me ayudó a incorporarme. Cuando llegamos a su casa me quité la camisa. El ardor y el dolor eran insoportables y permanecieron por varios días de tal forma que no podía ni siquiera recostar la espalda cuando me sentaba.
No se si estaban borrachos o drogados. La verdad es que no sé cual fue el móvil de ellos para propinarme ese “chuchazo” sin motivo alguno. De ese episodio han pasado ya algunos años, pero aún recuerdo cada segundo de ese desagradable momento y recuerdo también el rostro de ese desgraciado burlándose de mí. Muchas veces he pensando en lo haría si me lo llego a topar frente. Al final me quedo con la pregunta que siempre me he hecho: ¿Por qué “carajo” me pasan esas “bainas” a mí?